La lujuria de su alma

Escucha el sonido
del clavicémbalo adelgaza
los hilos del silencio
dejando su huella en las alas de un gorrión.
La ebria melodía hace una danza
entre tus manos dormidas.
Las estrellas en trapecio de luz
descorren la noche sofocada entre la luna
y la fragancia del mar que se cuela por el ventanal.
Tu sonrisa humedece los labios del deseo,
abanicas los crespos que versan sobre tu frente
y un halo de ternura se enreda en tu mirada.
Los dedos de Mozart saltarines sobre el teclado
juegan con arlequines musicales, la genialidad
se posa sobre la oscuridad que rompe las velas.
El mundo se puebla en calles y veredas del efluvio
del pentagrama la melodía irrumpe desahuciada
por la tristeza del músico enamorado al contemplar
de cerca las chispeantes luciérnagas que nacen de tus ojos .
Arrastra las notas entre su pasión y sus venas,
finaliza empapado de sudor con la lengua exacerbada
en el furor de su inspiración, colosal entrega del músico
vienés y la dama furtiva que enloquece el nocturno embrujo
de un maestro abandonado por la lujuria de su alma.