DE TI APRENDÍ

poema de De Vilches

De ti aprendí,
a no ansiar como una nevera vacía.
A obligar a mis manos
a jugar con arcilla.
A que un breve y leve soplo de aire
irrumpiendo en mi danza
bajo el encuentro de la noche
con la luna impregnada de éxtasis
enseñara más poesía
que la metáfora de nuestra muerte.
A imitar al invierno
que calla en su fatiga,
a guardar la alfombra
y adornar la corona
para una primavera
de rituales aromatizados
con menta y sándalos.
A nacer de forma suave y perezosa,
fluir como el río Congo
para antes de la gran desembocadura
volverme salvaje y turbulento
mientras los chimpancés más educados
arrastran su culo por la yerba.
A interesarme más por tu luz
que por el sol de la mañana.
A ser calmo
como un campo de trigo al atardecer.
A golpear como el herrero clandestino
que forja a martillazos
un moratón en esta ciudad en fiebre.

De ti aprendí
a no encontrar arte en la disciplina,
pero sí disciplina en el arte.