Sin entender

!Que bien que no haya estrellas en el cielo!
que todo sea vago, perezoso
que las farolas solas alumbren,
que se tiendan a lo largo de la calle
y nadie las confunda con enigmáticas señales
sino que sean lo que son
electricidad y necesidad de ver
cuando uno camina lleno de dudas,
consternado y helado de frio.

Que bien que no haya estrellas en el cielo!
y que aquellos que presionan con un dedo
su móvil rastreador de cielos,
de planetas y palabras
no se atrevan a nombrar
las constelaciones, ni enumerar
planetas o recitar a Virgilio
que tengan que mirar de reojo,
mirar sin entender lo que han visto
pero resueltos a tanto, favoreciendo
que todo sea pardo, un poco soñoliento
que la nuca no me duela
porque el cielo está vacío,
lleno de nada, sin tristeza alguna,
que los pasos de las estrellas,
la explosiones
y muertes violentas de ese universo
tan ausente de nuestras vidas
me dejen como un enamorado
momentáneamente inerte,
con la mano en el pecho y
las rodillas flaqueando,
porque lo que ve
no cabe en este mundo.