Ortiga

En la ortiga, hay tanta razón como sin razón,
ungüento doliente, desconocida
en su entera actividad
y dedicada a salvar vidas,
con la misma fortaleza que se
prestan a hacernos llorar un día,
maldecida por su ignominia,
incapaces de entender el ronroneo
de su malvada caricia, del borboteo y
gentileza de sus curas
para el vientre, los huesos,
la juventud o el desarraigo.
Arrancando su alma,
sus raíces que, como tirabuzones
sin folículos, se dejan vencer
con nada, tumbadas
en la tierra como rastrojos
mal heridos.
No eres satén suave y suntuoso
que se merece viajar en un bolsillo
que nos espeta vehemencia, y gritos
de fervor. El satén no es hermano,
ni primo de la ortiga, pero anciano también
por unos pocos siglos.
Si te maldigo y me presto a evitarte, o
te quiero lejos a lo largo de los caminos,
sincera y perniciosa a la piel que me habita,
no es por hábito, sino por el escozor
recuerdo vivo de tu paso por mis tobillos.

Te niego con vergüenza,
pájaros y orugas fidedignas,
te visitan y las alimentas sin mala
postura más erguida,
el pardillo y el gorrión
el almirante rojo andan buscando
tus semillas. Ortiga mal querida
te defiendes como
puedes abriendo sarpullidos
rojos lunares de dolor, ortiga chabacana,
de barrio y de tierra abandonada
sin jadear, vituperando
desgracias estas manos puestas al sol
y dicho todo,
me marcho por donde he
venido, maldiciendo esta picazón!

Comentarios & Opiniones

Xio

wow!!Trinidad, verdad que la ortiga pica pero pica; pero no todo es malo en ella, mira cuantas bondades nos describes de esa planta y así también la vida y las personas, no todo es blanco o negro, un abrazo, lindo domingo.

Critica: