CON MI AMOR, YO LE BENDIGO

Santiago se deshoja entre mis lunas
y revivo con mis sueños en su mar,
con esas manos dulces que provocan
profundos sentimientos en mi pensar;
un granadino sonriente y distante,
con alas blancas, queriéndome alcanzar,
siembra en mi pecho sus besos con ansias
y me enloquece con su sutil llamar,
en mi penar, sus versos son caricias
que en mis letras no es posible explicar.

¡Oh, Dios mío, en mi ser, yo le bendigo!
por su fiel y sublime compañía,
a su lado, mis días son perennes,
en mi ventana resbala alegría;
en mi piel ya no moran los silencios,
ya no soy una estrella solitaria,
somos cielo de nuestro firmamento,
su terneza derriba esta distancia,
que en ocasiones se torna insípida
y me circunda el alma de nostalgia.