CANIBALISMO

CANIBALISMO

EL RITUAL

Comienzo la danza macabra, me he vestido de tu piel, mis aretes y el collar, son el trofeo que adquirí de tus dientes perlados. Comer tu carne y saborear tus ideas es alimentarme de ti. Empiezo por tus manos, en ellas está la ternura, las cocí amarradas en forma de oración marcando la entrada al altar, elevan una plegaria o tal vez piden perdón. Saboreo tus dedos uno por uno, tienen más carne que las patitas de pollo y de cordero, son suaves y deliciosos, me llevan a tus brazos cansados y sudorosos que he puesto a la parrilla, comí su carne que ni las ranas superan su sabor, tus huesos calcinados los mezclé con ron, bebí hasta caer en trance, cerré mis ojos para recibir del sin fin de los tiempos, tu serenidad.
Cada pieza de tu cuerpo me sabe más apetitosa, me siento parte de los astros por tus conexiones neuronales que me llevan a gozar y a ganar espacios etéreos que me transmutan poco a poco, hasta saturarme de tu sensualidad enmascarada… Abro tu pecho con mi cuchillo eléctrico, allí está tu corazón, lo arranco violenta, poseída, hechizada por el hambre, es un órgano suave y jugoso, en mi boca siento esa sangre tibia que me lleva a encontrarme con mis ancestros, tal vez fuimos parientes en algún lugar del sistema, en los siglos pasados donde se originó nuestro universo…,En el altar, el sacrificio ha ganado un tiempo memorable, devorar tus nalgas ha sido lo mejor, enloquecida como en ayuno de milenios, desgarro a sangre fría tu carne blanda y jugosa, dulce y salada; los dioses me aplauden la osadía de comerte sin vacilar, sin menguar. Todo en este tabernáculo huele a sangre de macho cabrío, sigo mi ritual bañándome en ella…
Ya no somos dos, cada pedazo de ti es parte de esta ceremonia, estamos pariendo una vida nueva, es una aventura que esta noche vislumbro por tus ojos colgados a los pies de mi cama, ya no hay soledad ni espacios vacíos, la fatiga de los días cansados pasó para ti, me siento satisfecha de robar tus minutos empolvados. Al comer tu boca, supe que no eras egoísta, y el huesito blando de tus orejas, al saborearlo, me llevó a recordar que un pesado maletín no puede cargar tantos años sin vivir. Mastico tu espalda con los siglos de ansiedad que cargan las líneas de tu frente.

He dejado para el final tu virilidad, la que he licuado, y en el silencio, bebo lentamente hasta embriagarme, es como vino añejo de tiempos sempiternos, así obtengo tu sabiduría y soy parte de los dioses de este siglo inventado.