Domingo soleado de invierno.

poema de Ro

Hace frío y el vidrio húmedo de mi ventana, me devuelve un paisaje desdibujado.
Pero puedo ver a través de cada gota de humedad, el verde del césped y los reflejos de sol que se cuelan entre las ramas de los árboles.
Siento en este instante, la magnificencia de semejante creación, y agradezco el don de mis ojos, de poder apreciarla.
No puedo evitar, imaginarme recostada allí con los ojos dirigidos al cielo, sintiéndome una pequeña creatura frente a tamaña belleza.
Y no puedo más que plasmar esa fotografía a tu lado, tomándonos de la mano, como intentando levantar vuelo juntos y respirar a Dios de más cerquita.
Que bendición, gozar de estas pequeñas cosas que nos fueron dadas, junto a otro corazón que late al ritmo del nuestro.
Que felicidad, transitar esos senderos, a veces soleados, a veces sombríos, a veces cálidos y muchas veces gélidos. Pero sintiendo tu incondicional presencia, tu inconfundible y pacificadora voz, la suavidad y el dulce aroma de tu piel.
Aquí sigo frente a mi ventana, admirando y disfrutando el paisaje de la vida misma que transcurre.
Y mientras tanto, vuelo imaginando que un día nos crucemos, y al mirarte a los ojos distinga “tu mirada” de entre tantas otras, de entre todas las miradas.
Y al verte, me veas, y ya no hagan falta más palabras, ni esperas.