El Leñador

Ves tus pasos en la nieve,
Tu sombra dibuja una centella asida a una madera,
Eres un leñador con los ojos ateridos por la ventisca.

El aire se corta por la hoja del metal al arrastrar tus huellas,
Y la penumbra noble va dibujando tus brazos en la sequía.

El leñador no debe ver los árboles solo para olvidar el bosque.
Su aliento agitado va presintiendo el pino y el abeto,
El olor de la tarde adusta, la humedad del musgo en el invierno.

Eres un leñador con los dientes apretados a un sueño.
Vas buscando el fuego en un desierto de aguanieve y de helechos.

Tus pasos pausados exornan tu dureza,
Y tu cadencia a pedernal se aleja y se aleja.

El leñador sabe que todos los árboles mueren de pie,
Y que, si tan solo uno cae en medio del bosque, donde no existan oídos de mujer,
No debe preguntarse si continuará su latido o persistirá su desnudez.

Ves tus pasos en la nieve,
La escarcha se hace hielo hacia la playa, hacia el mar del Norte,
Donde la leña y el roble en un connubio hacen prez.

Eres un leñador con los dedos pegados por el frío,
Marchando en medio del bosque, germinando la chispa,
La astilla, en un corriente desafío.

Vas buscando vetas, vas buscando en medio de la tormenta,
Vas tocando madera. De hayas y de encinas, de abedules y de brisas que se cuelan por tu senda sin arnés.
El leñador debe ser un buen pintor,

Aprender de las cortezas el color de cada rama y cada tronco,
Allá donde se suspende una llave de oro,
Entre astillas de vieja vid.

Eres el leñador que se enarbola montaraz y paciente,
Con sus botas heladas por la corriente,
Observando a lo lejos las gélidas olas del mar.

A la mar madera y los huesos a la tierra,
Con las venas de la foresta se hacen cunas, casas o ataúdes…

Eres el leñador conoces las campanas de madera,
Y cuando tiembla el viento en los labios del Septentrión,
Cruzas tu rumbo con tu cuévano de avellano y tus garrotes de roble,

Sin olvidar nunca cual es la castaña más noble.

Ves tus pasos en la nieve,
Eres el leñador errabundo y sabio.

La madera vieja para arder, y el calor de una hoguera
Seca las lágrimas de cualquier mujer.

ROGERVAN RUBATTINO ©

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Comentarios & Opiniones

María Cruz Pérez Moreno -acnamalas-

Excelente historia del leñador en su vida, excelsas imágenes nos presentas con un lenguaje bien cuidado. Gran placer la lectura. Feliz sábado

Critica: 
Aldebarán

Excelente letras. Se comprende en la narrativa la estructura de la idea que nace y muere en perfecta armonía.

Critica: 
La Dama Azul

Caballero, adentrarse a vuestras letras es percibir de vuestra pluma, calidad, estilo y desenvoltura en todo el escenario.

Reciba mis cordiales saludos.

Critica: 
La Dama Azul

"Eres el leñador que se enarbola montaraz y paciente,
Con sus botas heladas por la corriente,
Observando a lo lejos las gélidas olas del mar."...

Critica: 
Rogervan Rubattino

Mis sinceras gratitudes siempre María, Aldebarán y Gabriela, siempre es un placer compartir. Saludos afectuosos.

Critica: 
Penelope

Magistral, digno de un millon de aplausos que rebienten los ecos del universo. El leñador humilde que pertenece al bosque y se convierte en el, el oficio lo hace sabio, nunca aburrido ni hastiado. Estrellas y un abrazo!

Critica: 
Rogervan Rubattino

Muchas gracias admirable Penélope, por tus palabras de consideración a mi obra. Mis eternas gratitudes siempre.

Critica: