La cita era con él

La cita era con él pero tú
Llegaste a su lado y ciega de mí.
Sin palabras, como en un rito de amor,
se colocó los anillos metálicos en su puño derecho y
te miró.
Te preguntó: ¿Es èl?
Tu silencio arrasó su mirada.
Bajaste los ojos y él se tomó unos segundos antes de
descargar un puñetazo demente que
destrozó mi rostro.
Solamente recuerdo gruesas gotas de sangre espesa que
parecían suspensas en el aire gélido.
De rodillas, esperé horrorizado el futuro.
Un segundo mazazo me derribó y fui ovillo ensangrentado
y tumefacto.
Ya no era nada para ti.
En el suelo creo recordar sacudidas a pequeños intervalos.
Pateaba mi cuerpo inerme.
En un último impulso de vida levanté la cabeza y
mi vida entera reventó con su última patada.
Han pasado tres meses y no has venido todavía.
La enfermera empuja mi silla hacia el gimnasio.
Allí intentan que sea humano de nuevo.
Lo mismo que mi médico, que me cura de la nada
que son mis días.
No les hablo y podría.
Ya no os temo y debería.
Solo me aterra recordarte a su lado.
Tú sí que me deshiciste bien amor mío.
Para qué traerme un Apocalipsis
Si yo solo te pedí un Paraìso.
Mi cuerpo está roto.
Mi vida es un rescoldo triste.
Reo de engaños.
Me lo merezco.
Tú también te apagarás.