Redención

Más allá del silencioso río de la memoria
Más allá de la tragedia multicolor
Más allá de los días arrendados

Es hoy cuando el techo gris de la existencia
Se marcha sin mirar atrás, en silencio, derrotada.
Pero deja clavadas algunas espinas en un son de amenaza del cual hace gala.

Maldita aquella que llegó sin preludio
Y que se quedó para alimentarse del amarillo,
Para robar aquel brillo del amanecer.

Aquella que escondió los engranajes del corazón y que cristalizó la vida, apática.
Regazo celeste en el que durmieron mis sueños
Despedidas inminentes arrojadas al vacío
Un vacío que duele, que duele y arrulla.
Que adormece a la razón dejando huecos.
Infinitas alteraciones en órbita a ningún lugar
A la deriva van perdidas y sin intenciones de volver a mí.

Infinitas alteraciones en órbita a ningún lugar
Infinitas alteraciones en órbita a ningún lugar
Infinitas alteraciones en órbita a ningún lugar

A ningún lugar.

Y van hoy, danzando, ataviadas con mis lágrimas.
Recuerdos inertes de lo que fue mi derrota, fría.
Pero el astro se ha mantenido en pie por la fuerza de aquellos a quien amó.
Y los vítores se alzan, esparcidos allá a donde alguna vez sus rayos rompieron.

Es hoy cuando la tierra me ha recibido y en un acto de bondad mi alma ha cruzado el techo.
Deslumbrantes nichos de la infinita existencia, me reciben como a quien la vida han dado.
Y allí, acurrucado entre lo que fui y lo que seré, por fin puedo soñar conmigo.
Porque soy y existo.
Y cuando soy, todo vale la pena.

Infinitos sueños con destino a casa.