EL PLATO DE SOPA

Era mayo una tarde en la frontera.
¿Viernes o martes?, no recuerdo
sólo este andar cansino y lerdo
cubierto de frío y hambre artera.

Fue una mano generosa y oferente
mano amiga, franca y sincera
diome uno, y en dos se repitiera
la sopa más sabrosa y más caliente

Sentí que el alma me volvía
ocupando este cuerpo penitente
de las uñas de los pies hasta la frente.
Sentí un calor que recorría
este cuerpo que del sur venía
cansado de dar diente con diente.