RECUERDOS PERDURABLES
Ni el tiempo ni la distancia
que se suman al olvido;
borrar en mí han conseguido
recuerdos gratos de infancia.
La vasta y seca planicie
que alfombran junto a trigales
los más diversos cereales
en toda la superficie;
y antoja se el palomar
un faro en campos mecidos
por el viento, parecidos
a un verde e inmenso mar.
Y puedo ver que sin duda
se están moviendo las olas
y a las leves amapolas
que su fuerza las desnuda
e intentan salvar sus vidas
cual débiles mariposas
que se mueven temblorosas
aunque se encuentren heridas.
Hasta la era trasportaban
la mies llegado el verano
y allí la paja del grano;
exhausta la separaban
la gente de piel bronceada
a la que el sol sin piedad
dejó con severidad
su impronta a fuego gravada;
que han de ganarse el sustento
y el pan, evidentemente,
es para todo viviente
preciso como alimento.
Si el trigo ya he mencionado
no quiero olvidar el vino,
que es sangre del «Ser Divino»
en el ara consagrado.
Viñedos mil menudean
en mi tierra castellana
y hermosa ella se engalana
cuando las parras verdean.
Las huertas junto al canal
con cuyas aguas se riegan.
Veo barcas que navegan
y es la luna el gran fanal
que da luz a las mulillas
por las que son arrastradas
en las noches despejadas
hollando por sus orillas.
Los pétalos celestiales
de incomparable blancura
que alumbran nuestra llanura
con sus mantos invernales,
y los relieves labrados
por el hielo en el cristal,
con una pericia tal
en los efectos logrados;
que no lo iguala en destreza
ni el mismo cincelador;
que del arte el esplendor
es nuestra naturaleza.
No existe mayor invento
habido en calefacción,
que la lenta combustión
de la paja y el sarmiento
en el hueco bajo el suelo,
que con el nombre de gloria
es parte de nuestra historia
sinónimo que es de cielo.
En mis sueños hay pastores
que pese a correr los años
conducen aún sus rebaños
con los primeros albores.
Y son los templos vetustos
con sus altos campanarios
por ser todos milenarios;
testigos por ello justos
de la fe que nos legaron
los fieles antecesores,
pilar de aquellos valores
que nuestros pasos marcaron.
Oigo las campanas cuando
expresan sus sentimientos,
alegres en casamientos
y en los sepelios doblando.
Es la sobria exposición
reflejo de mi cariño,
de lo que fue desde niño
motivo de admiración.




