RIMAC DE SANGRE

Río de Lima, Rímac, furia roja que serpea,
Laberinto de piedra, tu sangre carmesí.
Tus aguas lamen muros de un pasado que se aleja,
Y tiñen de un rojo espectral el alma que hay en mí.

Espejo de un cielo donde el sol ya no se posa,
Sangre de la tierra, ciudad que en sombras agoniza.
Oh, Rímac, tu dolor hoy nos traspasa,
Un grito silencioso que en el valle se desliza.

Rojo, sí, rojo como la sangre de los Andes,
Que fecunda el valle costero con su dolor ancestral,
Pero también rojo de la sangre de los infantes,
Que en tus orillas fueron ofrendados a un ritual.

Rímac, río de contrastes, de vida y de muerte,
Tu dualidad hoy se muestra cruel, más que nunca.
La gloria inca, un sueño que el tiempo desvanece,
La miseria chola, una llaga que supura.

Tus aguas corren, Rímac, indomable,
A pesar de la mugre y el olvido que te cubren,
Llevando en tu cauce la memoria de un pueblo,
Que en tu reflejo rojo, hoy, se pudre.

Rímac, río de Lima, río de todos,
En tus aguas rojas vemos nuestro destino incierto,
Un destino incierto, como el curso de tus aguas,
Que un día nos arrastrará, sin remedio, al desierto.

Hoy, Rímac, tu rojo es un presagio funesto,
Una advertencia, un llamado a la conciencia dormida.
¿Oiremos tu grito, o nos hundiremos en el abismo,
Arrastrados por la corriente de la indiferencia homicida?

Rímac, río de Lima, río de todos,
En tus aguas rojas vemos nuestro reflejo sombrío,
Un reflejo de nuestra historia, de nuestra identidad,
De nuestro destino, que en tus manos, río, confío.

Pero no solo vemos muerte en tu rojo carmesí,
También vemos la fuerza de la naturaleza indómita,
La capacidad de renacer de entre las cenizas,
De florecer en medio del caos y la aflicción.

Rímac, río sagrado, que nutres los campos sedientos,
Y das vida a la ciudad, donde el pasado y el presente se entrelazan.
Tus aguas, a veces bravas, a veces serenas,
Son el pulso de Lima, que en ti se refleja y resuena.

Hoy, Rímac, tu rojo es un llamado a la acción,
Un grito de alerta que nos invita a despertar.
A tomar conciencia de nuestra fragilidad,
De nuestra responsabilidad en la destrucción de este lugar.

Pero también es un símbolo de esperanza,
De la capacidad del ser humano para cambiar su destino,
Para construir un futuro mejor,
Donde el río Rímac vuelva a ser espejo de un cielo cristalino.

Rímac, río de Lima, río de todos,
En tus aguas rojas vemos nuestro reflejo,
Un reflejo de nuestra historia, de nuestra identidad,
De nuestro destino, que está en nuestras manos construir.

Y en tus orillas, sombras de un pasado sombrío,
Danzan al son de quenas y tambores ancestrales.
Almas errantes, que vagan sin rumbo,
Buscando en tus aguas el eco de sus males.

Rímac, río de Lima, río de contradicciones,
Tu belleza esconde una profunda melancolía.
Tus aguas reflejan la luz de mil soles,
Pero también la oscuridad de una noche sin fin.

Eres espejo de nuestra alma doliente,
De nuestros sueños rotos y anhelos perdidos.
En tus orillas encontramos consuelo y tormento,
La esperanza y la desesperación, juntas, en un mismo latido.

Rímac, río de Lima, río de todos,
Tu destino está ligado al nuestro, para siempre.
En tus aguas rojas vemos nuestra historia,
Un libro abierto que nos invita a reflexionar.

Sobre el pasado, el presente y el futuro,
Sobre la vida, la muerte y el amor.
Sobre la belleza y la fealdad,
Sobre la luz y la oscuridad.

Rímac, río de Lima, río de todos,
Tu rojo carmesí es un llamado a la conciencia.
Un grito de alerta que nos invita a despertar,
A tomar las riendas de nuestro destino.

Y a construir un futuro mejor,
Donde tus aguas vuelvan a ser cristalinas,
Donde tus orillas florezcan de nuevo,
Y donde la esperanza renazca, como un ave fénix.

Comentarios & Opiniones

Karencita García

Tus aguas, a veces bravas, a veces serenas,
Son el pulso de Lima, que en ti se refleja y resuena.
Escritura dulce y de buen gusto poeta.

Critica: