Ser un Cactus

Estoy a punto de convertirme en un cactus,
ese que colocas en la esquina de la ventana.

Dices que es hermoso,
pero lo ves poco.

Reiteras que su naturaleza requiere de pocas atenciones,
que no necesita mucho para sobrevivir.

Ocasionalmente lo aprecias desde lejos,
ves que no está mal, con buen color y forma.
Vamos, no está muerto.

Pero en realidad, sigue igual,
igual que cuando llegó.
Nada ha cambiado, sin importar el tiempo.

En los cactus,
mejorar y crecer no es lo esperado.
Sobrevivir, no decaer
es suficiente.

La resiliencia del cactus parece insignificante,
alimentando la indiferencia que lo rodea.

No quiero ser un cactus,
no me coloques en ese lugar.