1er ENCUENTRO CERCANO DEL 2do TIPO EN LOS ANDES

1er ENCUENTRO CERCANO DEL 2do TIPO EN LOS ANDES
(Relato de suceso real sin acomodos literarios)

― "Moyo" a levantarse― Era su voz de mi abuelo que en plena madrugada ya alistaría a “Mozo” y “Trueno” nuestros caballos de montaña. Era 4 de la mañana cuando salimos hacia el bosque de eucaliptos y pinos. En las alforjas de cuero él había acomodado los desayunos de campo, y eso para mí era lo que más interesaba en ese momento. A eso de las 4.30 de la mañana nos encontramos ascendiendo la cuesta hacia nuestros terrenos sobre los 3, 500 m.s.n.m. estando yo todavía con sueño, cuando me di cuenta que aparecía una luz muy llamativa por las puntas de la montaña.
― ¡Papá, el sol se cae!―exclamé, al ver la forma circular del objeto luminoso, pero al bajarnos de los caballos, yo con mis 7 añitos me di cuenta que no era nuestro sol, y acomodando más mi gorra de aviador me incliné hacia el caballo que permanecía tieso, mi abuelo sacando su abrigo me cubrió todo desde la cabeza y me abrazó muy fuerte, note que el suelo se iluminaba de naranja rojizo, y un suave zumbido me daba cierta tranquilidad y adormecía, y cuando elevé mi vista vi en todo su esplendor tecnológico un objeto volador que debía tener una cuadra de diámetro, sin alas ni ventanas, solamente con unos puntos luminosos alrededor, además noté que mi abuelo parecía dormido; el objeto sobre nosotros iba muy lento, de pronto se calló el zumbido y la cosa se alejó hacia la parte baja, hacia el rio, pero no, no iba a descender, de golpe dio una curva y en un santiamén se fue al infinito, instantes cuando al abuelo le di una palmada en su hombro que le despertó de un raro letargo, entonces dijo.
― ¿Qué ha pasado, qué fue eso?
Al mirar su Longines, señalaba las 7.30 y al ponerse su abrigo afirmó:
― ¡Tres horas aquí eso no es posible! Ahora solamente a desayunar y volvernos. Ya en nuestro terreno, mientras saboreábamos los emparedados y leche, noté que le daba escozor su espalda.
Al poco tiempo ya estando en casa, no avisó el suceso a mi abuela y fue a su habitación para cambiarse toda su ropa. Yo conseguí ver su espalda y zonas cercanas muy enrojecidas. Por la tarde tuvo mareos y vómitos, y al llegar mi madre le llevó a la clínica de su amigo. Según mi madre, el medico que era su partidario político le había dicho:
―Son quemaduras, parece que te hubieses metido en un horno por esas partes. Necesitó un tratamiento de un mes en la clínica y otro en casa, muy doloroso e incómodo según él, porque no podía echarse de espaldas. De mi lado todo en perfecta salud, ni un susto siquiera por ese zumbido, no, ¡debido a esa música del espacio!
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04/12/2024
© D. R.
Bonita música espacial: EQUINOXIO- J.M. Jarre