UN SUEÑO Y NADA MÁS
UN SUEÑO Y NADA MÁS
(2do Encuentro cercado del 2do tipo)
Dedicado a mis lectoras y lectores por la Gloria del Ser Eviterno de todos los mundos.
Ya se terminaban las vacaciones y el viaje exploratorio había sido un éxito llevando el aventurero un objeto muy deseado por largo tiempo. Por eso, para prevenir inconvenientes ya de regreso a casa, se aseguró en una estación de que su cargador reserva del móvil estuviese bien provisto por si hubiese alguna demora. El intrépido aficionado de arqueología no descuidando de ningún modo su estómago, se apertrechó para el rancho a pesar de que la zona montañosa a donde se dirigía no se hallaba lejos de su centro de trabajo. Cuando ya se hacía la tarde se vio ascendiendo el escarpado cerro donde recogería ciertos objetos. Debido a su carga se demoró más de la cuenta y por eso la cena no se hizo esperar para dormir temprano. Su móvil decía en ese momento, sábado 8 p. m. cuando se acomodó, recostando la cabeza en la mochila y por sí acaso el rugidor de acero en el bolsillo derecho de su casaca negra de cuero. Poco a poco, después de haber escuchado un par de canciones románticas, se quedó dormido; sin embargo, su sueño no sería muy reparador que digamos, porque se metió en complicados y sorprendentes sucesos oníricos que erizarían cabellos y piel de cualquier conocido valentón, por lo novedosamente terrorífico en un ambiente de aspecto imposible. Pero, en ese instante su curiosidad de soñador fue interrumpida bruscamente, por la presencia en el exterior de la cueva de un objeto ovoide que se veía cruzando lentamente a poca distancia de la entrada. Ante la sensación de peligro, el joven empuñó rápido su rugidor y liberó el seguro del percutor; sintiendo que un sudor frío se escapaba de su piel pero, un novísimo y suave zumbido emitido desde el objeto desconocido, se transformaba en placentera música en su mente, a tal punto de lograr una serenidad incomprensible, entonces dirigió su vista al móvil deseando tomar una foto, hecho esto quiso constatar la hora pero, el aparato se había paralizado, entonces inmediatamente sacó la recarga pero de nada sirvió por estar sin energía. Ya el joven de armas se hallaba en la salida, quedando solamente un consuelo de ver a la nave en toda su grandeza, la cual luego de hacer una curva, se fue al infinito en cosa de segundos. Instante que el aventurero se acordó del trabajo aunque según parecía había tiempo suficiente para llegar a casa, ducharse bien y hasta le quedaba otra noche antes de presentarse muy fresco al cuartel. Por eso cuando en la carretera abordó un taxi, debido a las fuertes impresiones recibidas ni se interesó en hacer preguntas al chofer, hasta ya estando cerca de su residencia ciertos signos de los días de trabajo le alertaron.
Fue cuando su sentido del deber se puso en alerta máxima, alistándolo velozmente a presentarse al servicio, de inmediato subió a su coche y en un dos por tres ante su jefe.
—¿Qué pasó con usted, por qué no se ha reportado ayer, acaso las vacaciones serían para toda la vida? —dijo el comandante.
—Pero, jefe, estamos lunes y…
— ¡Ya es martes! Y hasta hoy no tuvimos signos de usted en ninguna parte.
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16/12/2024
© D. R.
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