Dolor.

poema de Marta Bastos

Solo me queda abrazarme cuando me siento demasiado pequeña, o demasiado sola, o cuando las lágrimas pueden conmigo, como todo; como todos.
Cuando el reflejo me abofetea y me pisotea, y nadie puede salvarme.
El corazón no responde y quizás se ahogara con tanto dolor. No poder más es un sentimiento del cual no logro desprenderme.
La música no calla los gritos de mis demonios y nadie se puede imaginar cuanto puede acojonar eso.
Tiembla hasta la luz de mi habitación, que patético es todo desde que he intentado irme.
El conductor del tren intenta alejarme de las vías una y otra vez tocando la bocina.
Recuperando el aliento me despierto, sin fuerza, como siempre, sabiendo que el mundo no me echaría en falta si desaparezco.
Espero.
No puedo.
Bailar sobre todos los pedazos rotos de mi vida ya no me duele, solo pesa, como cada letra de este escrito, y ahora me doy cuenta de que ya he desaparecido, tan solo soy una pequeña cicatriz en cada poema barato de esos que lees borracho un día cualquiera cuando el porro se consume y las nubes lloran.
A lo mejor en la última calada recuerdas mi nombre o me escuchas llorar y me ves bailar entre las líneas de ese poema.
Pero antes de que puedas llamarme, desaparecé, y ambos recordaremos que eso es lo único que he conseguido hacer bien.
Los arañazos de mi estómago se convierten en lágrimas y el hacerme la valiente será otra de las pesadillas de mañana. El rencor envuelve todos los puñales.
Versos desgarrando almas y esperanzas vacías. Quinientas mariposas se han quedado sin alas por intentar ser libres.
Tiempo perdido y planes autodestructivos que se convirtieron en cuatro palabras con forma de bala delante del espejo.
Dos besos con sabor a cerveza y a tequila del caro, sin sentido y por amor al arte, que acabaron siendo un cruce de puñales entre el desastre y la locura.
Apagar cada una de las estrellas con un grito para que el mundo comprenda lo que es vivir a oscuras, sin posibilidades de huida para nadie.
Flores marchitándose entre mis manos y nadie le encuentra el puto sentido a este escrito porque nadie puede entenderme, como el disléxico que escribe sin vocales y lo toman por desequilibrado mental cuando no ha hecho nada más que intentar que alguien lo comprenda o que alguien llegue y le ayude a ordenar ese caos.
Que los desastres no se arreglan como todos se creen con dos palabras bonitas y un abrazo, si la lealtad no se valora y todo traiciona de poco vale todo lo que puedas decir.
Un chupito por favor, esta vez sola, con cuatro cuchillos y una soga, yo pondré las balas y tú intentarás entenderme.