Decidí
Abandoné… sí! Me abandoné al fin.
Decidí que no fuera más
la estruendosa acumulación
de patéticas virtudes dadas,
la guía de mi cuerpo
dentro del camino.
Decidí ladrar como
los perros cimarrones,
frente a los que creen tener el don
de atesorar rituales místicos,
como alabanzas de lo cierto.
Abandoné… sí! Me abandoné al fin.
Decidí que era hora de vestir,
con la cínica luz
de las luciérnagas del campo,
a las más desnudas palabras
de mi blasfema gramática.
Decidí llorar a Antístemes,
como el justo principio
de algún castigo mío,
por ser un hombre
exageradamente utópico.
Abandoné… sí! Me abandoné al fin.
Decidí que eran para mí:
el palio, el zurrón y el barro,
la sinceridad pura de las bestias,
para ser el mejor espectro
de una triste sabiduría que juzga.
Decidí que no existís,
porque Dios no me consta;
y si así y todo esto fuera verdad,
vivir lejos de vos
sería una gran mentira.
Abandoné… sí! Me abandoné al fin.
Decidí esto y algo más.
Lo que nunca pude remediar
es estar preso
dentro de esta larga noche
de contradicciones,
donde no puedo creerme
la trampa mecanicista de ignorar
que mi amor nació y que fue amor
cuando naciste vos,
MI DIOS SIN SABER.





Comentarios & Opiniones
de lo tuyo, lo mejor que lei!!! Felicitaciones!
Ay, Mae... Mae... sólo diré: seis estrellas no me bastan...