ALMA

Alma

Mi alma se niega a dormitar dentro de esta oscura tumba, somnolienta se encuentra a la espera de que algún susurro le mantenga despierta dentro de estos dos mundos.

Los huesos de mis manos extrañan su piel de antaño.
¡Aquella que incondicionalmente les abrigaba aun después del rechazo de tus caricias!

Hambrientos los cuervos observan surgir de aquella tumba a mi amortajado cuerpo.
Como aves de rapiña revolotean arrancando y devorando trozos de aquella carne que alguna vez deseaste.

Mis restos se encuentran regados como tales flores de campo santo.
Sobre esta tierra húmeda ellos señalan el triste epitafio que yace sobre mí lapida.

¡Descarnados asoman!
Ya solitarios se encuentran, debido al olvido de aquel ser que tanto abrazaron.
Muestran el color con que les engalana el paso del tiempo.

El vació de mis cuencas pretende recrear algún gesto de tu fino rostro, pero la nada es tan egoísta que aun les martiriza.

Mi pecho extraña aquellos latidos que alguna vez aceleraron mí corazón, corazón que bombeaba con sangre a mi organismo para mantenerlo vivo. Esa vida alentaba a mi alma a seguir habitando dentro de este cuerpo terrenal.

Espere y espero el regreso de tu amor, pero mi cuerpo mortal únicamente fue un peón a disposición de la mucha o poca vida que el tiempo me quiso brindar.

¿A dónde te fuiste?
¿Por qué me abandonaste?

Mis pulmones desfallecieron por la falta de tu aliento.
¡Ese que drogaba mi olfato haciéndome adicto a tus suspiros!

Como tal marioneta mi destino es manejado por las manos de la muerte.
A ella le suplico que no fertilice mis emociones sobre este infértil subsuelo.
Que permita a mi alma seguir habitando mis lúgubres restos,
Que su filosa guadalla no difumine de tajo mi querer, ya que a tu llegada no sabrás cuanto te ame.

Autor. Mario César Palma G.
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