¿AL DESPERTAR ME AMARAS?

¿Al despertar me amaras?

Fue un mes de noviembre cuando nuestros ojos se encontraron.
No sé si fue por casualidad o si el destino aburrido de su pasividad quiso jugar un momento con nuestros sentimientos.

Lo que si se, es que aquella tarde te vi surgir, te vi venir sobre aquel jardín formado por lúgubres arboles.

Tu inconfundible aroma penetro en mi olfato embriagando mis deseos.
Mis manos recibieron el llamado de tu desnudo cuerpo, ¡mientras mis ojos se grababan el color demacrado de tus inexpresivas facciones!

La noche desemboco en esta solitaria madrugada, en donde tomados de la mano nos encontramos sentados sobre esta tumba adornada con un peculiar epitafio.

Te pregunte tu nombre pero sonriendo me respondiste que eran infinitos, que tardarías mas de mil vidas en nombrarlos, aun así no dejarías de hacerlo para que siempre te recordara con cada uno de ellos.

Te pregunte en donde vivías, de que país eras ya que nunca te había visto ni así de cerca. Tu mirada ámbar solo me observaba. En ella se mezclaban tranquilidad y tristeza que desembocaban en parpadeos de plena confianza de ti hacía mí.

Me respondiste que tú ya me conocías.
No sabias si me amaste desde que era yo un niño o cuando el tiempo marco su herencia sobre tu cuerpo.

Que en ese tiempo mi felicidad aun era infinita y eso alargaba más la línea de mi vida. Eso me protegía de partir prontamente y aun siendo mi fin una estadística, para ti fue una espera que desconocías.

Que fueron cien años de mi vida en las que callaste y que ante mi sueño decidiste esperar mi despertar.

Llorando me cuentas que fueron tantas veces que el destino nos puso a caminar sobre el mismo camino, que esas tantas te conformaste con tan solo aspirar a uno de mis suspiro.

En todos nuestros pasados encuentros partías sin arrepentimientos,
con la seguridad de aun no llevarme, ¡ya que solo tendríamos un segundo para estar juntos!

Todos tenemos un destino y el tuyo no es estar por siempre a mi lado.

Con furia reclamas al tiempo por no tener aunque sea unas horas y ser feliz a mi lado. Con fastidio te encuentras habitando el inframundo en solitario. Pero te sabes eterna y reflexionas que yo tan solo soy un mortal que tiene medido, contado los latidos de corazón anhelado por tu rígido pecho.

En esta fría noche he descubierto más cosas de ti que hacen que te ame, que hacen que desee estar por siempre abrazados, que hace que no me marche ya de este cementerio. Pero... hay algo que no comprendo, no sé qué hago aquí, no se a quien vine a visitar. Solo sé que cada noviembre un pensamiento me llama y termino aquí con un ramo de flores de cempasúchil dentro de mis manos.

Es extraño pero no siento frío, es extraño pero no tengo miedo.
No dejas de observarme y tan solo me besas, me acaricias y no me sueltas. Actúas como si el mundo se fuera a acabar, como si el destino nos fuera a separar.

Me das un último beso y mis recuerdos se agolpan regresando la visión del final de mi mortalidad. Fui inmensamente feliz pero todo tiene un fin. Me cuidaste y me arrullaste para que no tuviera miedo al morir.

Sé muy bien porque mi alma regresa a tus brazos.
Siempre es sabido que cuando el amor es fuerte rebasa tiempos, rebasa infinitamente vidas y sobrevive aun ante la nada.

Es tan corta la noche que el llamado que me invoca se va apagando.
Me regresa a un estado en donde se pierde mi memoria.

Siento que se apodera de mí una pesadez, siento que mi alma se difumina, siento que mis manos se alejan de tu frío cuerpo.

Tus caricias me traspasan, tus palabras son ya eco que se pierden en la madrugada.

Este tres de noviembre nuevamente duermo impregnado de tu aroma que me resguarda aun dentro de mi sueño eterno.

Son tantas las flores de cempasúchil que me cubren, que sus tallos no me lastiman. Tal vez sea porque lo único que se muestra de mi cuerpo son estos huesos.

Ese es el regalo que me profesa tu amor, que por toda tu eternidad me alaga protegiendo a tu muerto de la insensible rapiña de que son objeto mis restos.

No sé que pasara, no sé si reencarne o la nada me engullirá.

Antes de partir se que tu pensamiento es quien me convoca en cada noche de muertos.

Ante cada año de mi vida, ante cada año de mi muerte, siempre has estado presente a través de este legendario rito que nos permite tener unas horas para amarnos. ¡Mientras el llamado de ambos consume rápidamente nuestro momento!

Las antorchas de ocote iluminan las flores de cempasúchil que con su color me señalan el camino que debo de seguir después de tu llamado.

Es la misma tumba donde ya descanso, son las mismas flores que muertas y secas me cubren y que en tu llamado renacen y adornan con color, aroma y vida nuestro encuentro.

Mientras este epitafio resguarda celosamente tus últimas palabras que surgieron ante nuestro primer beso...¿Al despertar me amaras?

Autor: Mario César Palma G.
Derechos Reservados.

Comentarios & Opiniones

Becquer

Impresionante, un placer haberlo leído

Critica: 
Hechicero de Dragones

Gracias Por tus palabras, es un gusto que me leas Becquer. Bendiciones!!!

Critica: 
Estrella Marina

Bello escrito de ese sentimiento profundo. Encantada de pasar por tus letras. Saludos hechicerodedragones. Te envió un fraternal abrazo.

Critica: 
JOSE FLANDEZ

Excelente poema estimado poeta, te felicito. Un cordial saludo.

Critica: 
Hechicero de Dragones

Gracias por tus palabras Becqer. Bendiciones!!

Critica: 
Hechicero de Dragones

Estrella Marina y José Flandes. Les agradezco sus palabras. Bendiciones

Critica: 

Comenta & Vota