Cobarde

Cobarde, siempre cobarde,
por pensar que tú no eres
y por no dejarte ser,
por esconderte y odiarte
encogida, avergonzada.
Cobarde sí, muy cobarde,
por compadecerte tanto
y por no creer-te nada,
por temerte y no escucharte
sin tenerte confianza,
por tu cerrazón absurda,
por callar
y porque el que calla otorga
y se traga las palabras.
Cobarde, ay qué cobarde,
por no bajarte del tren
aunque no hay más paradas.