Paisana No Mueras

En el Caudal inmundo donde la paisana
Se siente desolada,
que delicada ante su naturaleza,
pierde desquiciada su impureza,
en la ridícula y absurda fuerza,
ante su real belleza,
de aquellos que la engañan.
Era en sus entrañas,
Donde el pobre recorre toda su historia,
Donde al paso de la crueldad mundana,
Queda solitaria y arraigada
ante la plegaria
De su más fuerte esperanza incruenta.
Como patria que desgarra,
Y apuñalada mil veces en la espalda,
Retorcida en un sillón de paja,
Que resina y causa nauseas.
Es Porque ya no tiene ganas,
Porque no le queda madera sana,
Que libere sus ansias de izar banderas,
De reclamar tierras, ante sus ya irreparables
Manos enfangadas de mierda.
Y ya no hay gritos que reclaman
Aquellas tantas de sus horas,
las que ya estancadas
Las damos por muertas.
Son letras al orden impuestas,
En las fuerzas impunes sobre alguna de sus protestas.
No Hay más nada que recobrar,
Solo queda en el flote algo de su dignidad.
Pues atando cabos, en un dia pagano
Llega a ella el peor de los forasteros,
Que echa polvos y se va con los bolsillos llenos.
Así de fácil es que la hace trizas,
Opacando sus risas,
Dejándola en remojo,
Esperando ella quizás,
En que venga algún héroe a ella
Para salvarla,
Salvar de qué
Es que piensas y reniega en las letras,
las que busca y busca y no encuentra.
Eso le pasa en callar por frivolidad,
A la pura verdad tergiversar,
Buscando el agua en la misma sequedad fraudulenta,
que la deshonra y esbarata,
sin importarle nada más.
Rogativas son las que te quedan,
Sin desangrar, ni apostar,
A que aun en la soledad que te agobia y
Desecha, puedas reconquistar.
Tu libertad y tu única estrella,
que tu confianza,
ante la humildad que te queda
aun sin Blasfemar,
solo piadosa y bondadosa,
llenes tu alma quejambrosa,
desohajando capitalidad.
Revistiendote de altividad,
para nunca jamás,
volver a desfallecer
ante niguna corruptibilidad
o maldad de ningun otro hombre
que merezca tu sensible y majestuoosa
virginidad.