Imagenes Fugaces

Heme aqui recordando,
imaginando cada folículo
de la piel de tu rostro.
Aprentando entre mis ojos,
el arte desdibujado,
de todo tu cuerpo,
bañado en un puro sudor rojo.

Mientras mi corazón tan condenado,
al castigo más soberbio,
de la Ley del Hielo,
del silencio detestado.
Lluven más imagenes
del carnesí al espejo,
cuando veo fugazmente,
librarse esa lágrima ardiente,
en el más noble de los acordes viejos,
de un abandonado rabelejo.
Así a los pies del sometido
remordimiento,
esclareciendo las intimidades
de las profundas realidades,
que secuestran los sueños.
Y sirve quizás lo que pienso,
para describir libremente,
un torrente de desperdiciable
e irracionable ,
detestable o ruin,
moribundo minuto
que el tiempo pone
despiado para despuntar su fin.
Al calsificar un horizonte,
y escaparme al Universo,
Se me fueron corriendo ,
por las corrientes del despecho,
una huida de palabras,
que sepulcraron la conciencia
allí afligida, venciendo
o pereciendo,
con la mirada fija, al deterioro
del techo.
Siento en la piel de mis pechos,
el calor de tu espalda,
las brisas suaves de mis cabellos,
que hacen su festín,
cuando por fin creo,
que ya te pertenezco.
Pero en ese libre del toma y dame,
los esclarecientes deseos,
en la obesión que no desea desdibujarte,
en la claridad embriagante,
de tu mirada irritable,
y de mis más de uno,
suspiros al aire.
Es como el coro de aquellas cortinas sombrías,
que decoran una ventana,
en la que logró ver
esa silueta a media luna,
la más de una,
de mis cartas llenas de ternura.
De que sirven los mensajes,
es como una tortura,
leer a lo cobarde,
haciendo trizas al despecho,
las tristes copas de vino,
que me han hecho deteriorarme.
¡Me he destruido a mi misma,
sin pensar cuanto podría amarte!
pero ya tu lo sabés,
y aqui podre esperarte,
aunque vivamos mil noches
y ninguna de ellas sea mía,
aunque despegue al planeta Marte,
dejar de amarte,
JAMÁS sería una opción,
a mi desfortuna.
Pues podrá salir el Sol
millones de veces más,
y esconderse,
pero mi despedida, no fue para siempre,
pues así es como vivimos,
con la esperanza gritándonos al oído,
que es ella, lo último que se pierde.