Es un terruño de hogar

Es un terruño de hogar,

Sí, con lo que esta palabra representa.

Con el cielo abierto y amplísimo como su techo

Cielo raso bajito, de los que se pueden tocar con la mano.

Cielo madre que alimenta a sus hijos con sueños y paisajes.

Cielo coqueto con broche de sol, regalo de luz.

Cielo fecundo que cubre y fertiliza la tierra, agua abundante.

Cielo fresco, ventilando rincones como casa habitada.

Cielo con cobija tejida de niebla que acurruca a sus hijos.

Es un terruño de hogar.

Pobre.

Tan pobre que no puede pagar la cuota de fama,

No puede pagarla para ingresar al mapa.

No puede, no.

Tan pobre es que no le alcanza ni para estar al margen.

Como granos de arroz lanzados con la mano,

Algunos se esparcen lejos, lejos de los demás, lejos del centro.

Tan pobre es que privado está de monumentos

Y atracciones inventadas, historias manoseadas.

Pobre de tendencias, pobre de fealdades y pobre de tristeza.

Es un terruño de hogar.

Con casas brotadas como resucitados, bien pegadas al suelo esas

florecillas.

De divinos aromas cuando el café se viste de novia,

Nupcias con las abejas, reinos independientes y soberanos.

De jocotes verdes y ácidos arrugando la cara a los niños

Y maduros y suaves expandiendo sonrisas de ancianos.

Parcela de paz y natura para naranjas, limones y abejones,

Cipreses y encinos y algunos chanchillos.

Perros libres y gatos de cocina, gallinas de patio y orquídeas finas.

Pisado por comemaíz y yigüirros, cantado por sapos y aplaudido por

ecucaliptos.

¡Cómo te extraño pueblo mío!

Terruño de hogar.

Sin tus silencios nacidos en víspera me ensordece la ciudad.

Tu oscuridad amorosa no la encuentro ya en el mundo.

Tus paisajes, dones de Dios, los lloro porque no están.

La ausencia de tu frío y tu dulce soledad.

Tierra sagrada, patio de Dios, en ti la casa del Misterio

Es la más humilde de todas.

Pero el pueblo entero es su catedral.

Es un terruño, donde no hay oportunidades para otra cosa sino el

hogar.