Megalomanía

En la escalera de la tintorería la vi,
su megalomanía la hacía relucir majestuosa.
Mujer con sombrero y largas piernas,
una bufanda escondiendo las arrugas de sus años de crisis compulsivas,
pulsas estropeadas rozando las heridas de sus días oscuros,
misteriosas cicatrices se impregnan en sus muñecas,
pocas veces asoma el sol en su mirada.
Todos la miran y ella acrecienta su orgullo quimérico
tal como reina de su propia utopía.
En su desértica isla solo viven dos personas: ella y su alter ego,
que le aconseja constantemente soltarse el pelo y mostrar sus rizos dorados,
cubiertos por una alfombra blanca; es por eso que usa sombrero,
todavía el espejo no le ha dicho que es ¨la más bella entre las bellas¨.
Ayer la volví a ver,
ocultaba una herida fresca tras colosales y roídos aretes,
andaba con el sombrero alón,
regodeándose de su deslumbrante sombra,
intentando respirar mi aire para no volver a ser
esa estropeada autoestima.