Tras las rendijas

poema de Julie

Tengo un rostro sin mirada que veo con mis propios ojos.
Ausente, una luz donde transcurro; me asomo entre las rendijas. Me figuro, pero no estoy. Soy una estancia consentida en un mundo que muere.
Parece que las cosas se van colocando en su sitio:
las flores crecen hacia abajo, veo de cerca lo bello. Tan de cerca que parece que la muerte va acechando, como si todo estuviera nuevamente comenzando. Como si fuera posible no pensar.
Renuncio a él. Renuncio al sabio,
tengo a alguien escribiendo versos dentro de mí.
¡Vuelve a decirme quién eres,
háblame un poema que transpase una puerta, que asuma lo de dentro y lo de fuera,
que no sea nada,
pero que todo lo diga!
Háblame un poema. Quiero negarte como poeta transparente,
y que otro poeta pregunte: ¿Qué hay tras lo transparente? Todo asoma entre las rendijas. La conciencia es irreal. Y no hay más realidad
que todo aquello que olvidamos, que cantamos, que mentimos y nos creemos. La multitud que negamos y somos;
permanezco errante, canto voces que merezco y no son mías.
Creo que me escucho, creo que me asomo,
y sólo soy yo hablando de mí
y del suplicio bravo de ser humanamente un pedazo de carne del que todavía me sorprendo:
Da miedo ser esto, estamos solos. Acepto la derrota. La vida es un ruido, lo compruebo caminando de espaldas.
Los muertos se mueren,
espero como si esperase algo,
como si no bastara conmigo misma y conmigo a solas.
No necesito a nadie que me ayude a sufrir,
sólo a los versos que se escriben dentro de mí.