introducción

Fluir, nadar, caminar, correr, montes, mares, montañas, otros soles, otros cielos, lo vivo nunca pertenece idéntico, cambia, muda y se transforma, dejar fluir entonces, es el sello de lo real en lo efímero y su paciente juego por lo duradero de las cosas y del mundo también, todo sujeto a un devenir imposible de no percibir.
Por ello es que lo dialéctico hubo de iniciarse en la esencia misma de lo paradojal, en especial, desde la afirmación que el fundamento de lo que existe y también de lo que somos, fue precedido por la nada, y sustancial origen de la cosmología iniciada con la gran explosión, he aquí en la señalada paradoja el preceder de toda realidad posterior, por el cual todo el devenir del esparcir ontificado hubo de contraer algo de esa nada y motivo que posicionó una curiosidad: la interrogación por lo pleno.