Maldigo al amor

Y qué hago ahora si me has bloqueado la vida, los sueños, los sentimientos, las ilusiones, las mañanas soleadas, las risas, las emociones y mi andar rápido porque ya no quiero ir a ninguna parte.

Me has hundido en eso que llaman amor que para mí sólo es un hueco oscuro, silencioso, húmedo en lágrimas, grande en pensamientos y en miles de deseos no cumplidos.

Refuto desde el alma, con furia inconmensurable a quien afirma que el amor es hermoso si a solas en mi cuarto, que es mi cárcel, pienso en todo aquello que quisiera vivir contigo y no sucede; si cada noche llego a casa a encontrarme con nadie, si despierto confundido con las sombras de fantasmas que me abandonan siempre, si tengo que apagar la ilusión de verte, de hablarte, de llamarte, de besarte, de respirarte, de quererte...de comprenderte.

El amor sólo son espinas de las rosas que quisiera regalarte, sólo guijarros en el camino que quisiera transitar contigo; el amor es vivir pequeños momentos a tu lado y hacerlos grandes recuerdos, aunque para ti sólo sean tu día a día. Y es que el amor nada tiene que ver con la alegría, es romperse en retazos, ponerle límites al corazón porque no percibe la felicidad si no es con aquella persona que te divide el alma; el amor no es razonable, ni justo ni equitativo, siempre tiene, de dos, a uno al borde de la locura y la desesperación, acumulando sentimientos de abandono que lo llevan a divagar por los senderos del suicidio. El amor es cruel pues no le importa quién ni cuánto sufre, el que ama no piensa, sólo se lanza hacia lo desconocido, se arriesga demasiado y la mayor parte del tiempo no alcanza nada; el amor castiga por el simple hecho de querer amar.

Por eso maldigo al amor, por eso y porque no puedo dejar de amarte. Mientras más intento renunciar a ti, más te prolongas en mis pensamientos.

Texto: Juan Carlos Cadena
Fotografía tomada de la red