LA HERENCIA

Vi la víctima caer:
inerme, ingrávida, adormecida.
Sueño que se desvanece
al despertar la mañana
de nuevos soles nacida.

Cayó en un vuelo sin sentido,
para quedar, dolmen caído
en el prado de las mariposas,
donde compiten las rosas
de brillantes coloridos.

Un revoloteo de alas,
se agitó por los horizontes,
que el otoño se dejara,
allende la mar perdidos.

Por las nubes negras,
reinas de las alturas,
un desfile de deseos,
con el vuelo se conjuran;
para imponer sus demandas
a las pobres criaturas.

Buitres de altos vuelos,
se agitan y regocijan
en un gran batir de alas,
en un trajín amenazante
de aletazos y amenazas,
en demanda de derechos
para la mejor tajada,
de aquellos restos de nada.

Predadores, carroñeros,
todos de hachas provistos,
cortan y descuartizan los restos,
de un ser que había previsto,
dejar a los seres queridos,
todo lo que había juntado,
todo cuanto hubo reunido.

Las campanas, los clarines,
tristes a muerte tocaban ,
los redobles de tambor,
oscuro llanto del alma,
con su redoble olvidado,
a todos los convocaba,
y decididos acuden,
en busca de su tajada.

Familiares, allegados,
leguleyos, acreedores,
notarios y hasta abogados;
un juez con sentencia dictada,
en mano a todos mostraba.

Hasta el Estado acude,
imponiendo lo legislado,
para dejar al heredero
sin heredad, ni dinero
de lo que le fue otorgado