Carta

Querido hermano: Estoy lejos,
en una lejanía que silencia mis sueños
y quisiera decirte, sin palabras,
que persisten los fantasmas, pertinaces,
como encinas arrancadas en Las Cuestas.
¡Qué desperdicio de años!, comentamos,
ante los quebrados los lamentos de sus ramas,
siglos descuartizados en el suelo.
¿Con qué hermosas palabras envolveré
los pensamientos para no entristecerte?
Tú me hablabas de la voz del mar en tus oídos
y yo quería que vieses en mis ojos
la carrera de los galgos.
Es extraño que nada de todo eso quede ahora;
la vida es un cristal que rasga mi costado.
Quisiera descubrirte la turbia hondura de mi alma
nunca tranquilizada con palabras
y los poemas me dejan inerme, envejeciendo,
perdida la ilusión, en esta bruma.

("Honed")