Soneto XVIII

Para María Dolores Menéndez López

Soneto XVIII

No escondas la mirada luminosa
Que alcanza, vivaracha, la alegría,
Que el brillo que se enciende cada día
Envidia tu alborada generosa.
Enséñanos tus ojos y, graciosa,
Irrádianos de luz donde, sombría,
Renace con tristeza, helada y fría,
La aurora que despierta perezosa.
Y muéstrate feliz, que tu sonrisa
Compite con la luz de las estrellas
Que guarda el cielo al alba siempre aprisa.
No escondas tus miradas si son bellas,
Enséñanos tu luz clara, imprecisa,
Y olvida, si las tienes, las querellas.

2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Las campanas de la muerte”
Primera parte: "Los arqueros del alba"

Comentarios & Opiniones

La Dama Azul

A punto de perderme la lectura de tan grata obra, en hora buena
"Envidia tu alborada generosa.
Enséñanos tus ojos y, graciosa,
Irrádianos de luz donde, sombría,
Renace con tristeza, helada y fría,
La aurora que despierta perezosa."
Saludos

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