SALIVANDO MI EXISTENCIA

poema de KOKOKAR

SALIVANDO MI EXISTENCIA

Miles de lágrimas advierten las nubes…
Los últimos besos del Titanic,
del Arca de Noé,
se columpian en los parques vacíos,
en los días, meses, años que dejé al abandono.
Rondan la esquina y han de recoger mi cuerpo inerte
las aves carroñeras
No habrá poema alguno para contarlo
Mucho menos para evitarlo…

Mis oraciones de estos días carcomen las bases de los puentes
que parecen tomar vida y encararme.
Mis oraciones se esconden en el lugar más perdido de este poema:
entre pausas y puntos suspensivos…
Oraciones escondidas entre silencios
que vienen con el viento a indicarme su inutilidad.

Sé que éste es el mismo paraíso terrenal de Adán y Eva
cuya sombra abrazo
mientras espero que cambie a verde
el viejo semáforo en su ocaso.

Aspiro al retorno, pese a no llegar la primavera, y camino al huerto abandonado
donde, desde lejanos tiempos, quedaron quietas nuestras almas.

Hay en los rascacielos miradas, a lo lejos,
que tienen algo de divino porque hasta Dios miró.
Y no es que Dios se haya mudado a las acomodadas alturas limeñas
Sino que la vida es así de adversa para el hombre pobre,
que hasta su creador parece mudarse, ausentarse.

Mientras las aves no dejan de cantar su alarma
Las paredes no cesan de rajarse y caen desplomadas
Las ratas no dejan de chillar su muerte,
Los perros aúllan desde las azoteas.

Ah, este andar por las calles limeñas inundadas
sin que a nadie le importe haber construido alcantarillas,
Este vivir prisionero del desierto
que no sabe de lluvias, que no sabe de drenajes pluviales.

Cómo no recordar tus aguaceros parisinos,
tan caraqueños, César,
tus días jueves y tus huesos húmeros,
ahora a esta hora en la que, sin estar en París,
siento a Dios conmigo, tan en mí.

Y me pregunto:
qué será de esta tarde que llueve como nunca;
donde muchos pasan sin ganas de vivir, corazón.
Y otros pasan y viéndose tan tristes,
Toman un sorbo de fé
Y continúan.

Que ha de ver el que creyó,
el que no fue,
el que espera ver lo que aún nadie ha visto.

Carecer de propósito es mi propósito de escribir estos versos
Así presiento en algún lugar de mi existencia
la existencia del Perú.
Y presiento horas que miden mi tiempo,
más allá del tiempo cronológico
y desde allí siento mis pasos.

Mi oración es un ave carroñera en el techo de una casa
de esas casas coloniales con medio siglo a cuestas
donde nace el moho en sus paredes vacías,
bañadas por el Rímac.
Un pájaro enorme que suda su cansancio
sobrevuela, cual drone, la vieja Lima,
Parece no entender nada o tal vez comprende
que es el final del día y anochece.
Y yo buscando refugio en la poesía,
Y tú, ave voraz, refugiada en los campanales
de la vieja iglesia,
agazapada,
con el único fin de la rapiña,
salivando mi existencia.

Escrito por Jorge Carrión Rubio, 15 de marzo de 2023