Sigtuna

poema de Galan

Un hielo en forma de mar,
silencio y luz,
hay una manantial de árboles
que emanan llenos de polvo blanco.

Un bastión para un pueblo
de vikingos sanguinarios,
una infinitud de invierno
con un letargo como despedida.

Runas con mensajes
que nadie quiere leer,
tierra resistente,
se huele el poder gélido de Freyja.

Un patinador muy ágil
juega a no morir de hipotermia,
allí la luz del sol
es un capricho volátil.

Sigtuna es la casa del viajero,
el abrazo de la leña
en un bosque sueco,
el after idóneo para limpiarse
la sangre tras el Valhalla.