TODA LA VIDA PARA PODER DECIR ADIÓS

Han pasado varias semanas desde el día que te fuiste, sin darme una explicación, sigo intentando entender lo que pasó, una noche estábamos abrazados en el sofá, platicando de los colores de nuestras cortinas, del color de las paredes que pondremos en el departamento y al día siguiente me encontraba viendo una foto tuya con alguien más, no sabía qué pensar, o decir, no quiero que sientas que te estoy reprochando algo, solo trato de entender en donde metiste todo lo que éramos, la manera en la que te despediste en tres líneas, con el pretexto de ser honesto.
– Me voy porque no tengo las ganas, ni el valor
– para seguir aquí
– para seguir contigo.
No pretendo que regreses y me digas que me echaste de menos, solo quiero que sepas que te quise de la manera más inocente que se puede querer a un alma tan buena como la tuya, espero que encuentres todo el amor que yo jamás pude expresar, que encuentres un corazón hecho a la medida del tuyo, que te haga estallar de felicidad, que te de el jardín de girasoles que tanto anhelabas, que te duela el estomago de tanto reír por las noches, ojala que ella sea esa niña con la que compartas el café en las mañanas, ojalá que ella sea todo lo que yo no fui, que te demuestre que tu vales toda la maldita pena, que no te esconda, ni te quiera mantener en el anonimato, deseo tanto que con ella seas diferente y no te despidas con un mensaje, han pasado muchos meses y no entiendo como te despides del que decías era el amor de tu vida en tres líneas, cuando yo voy a necesitar toda una vida para poder decirte adiós.