I
¡Oh dicha infinita!
Frenética esperanza,
Madrigal candecente;
De limpios azulejos,
Razón fugaz de vivir.

II
Candencias musicales,
Encarnadas de nacer y perfumes,
Violencias recónditas de besos
Nubes cargadas de ensueños.

III
Orquídeas, jazmines, violetas y azucenas;
Testigos hirientes de estoico candor,
Purpúrea fragancias de inciensos de ensueño
Volcanes abruptos de casta inocencia,
¡Tu amor es mi estrella fugaz delirante!
Matices sangrantes de insomnios tropeles,
Perplejidad yacente de un Cristo implorante.

IIII
Fugaces destellos de sombras calladas,
De los manantiales brillantes de amor,
Y de los océanos rojos de la muerte,
Volcanes dormidos de pena y placer,
Cipreses de hielo forjado rosales,
De sol, duna y oasis; bajo el cielo azul.
IV
La luna plateada dibuja tu rostro;
un Dios perdurable me da la certeza
que allá en el Olimpo perduran tus besos,
amor infinito de perdón supremo,
mística añoranza, castillos de flor
las dudas sucumben ante tanto amor.