Razon

poema de Antonio Liz

No existe puerta impertinente que se decida a cerrar. Es el sonido de su presencia que toca al estallar, te espantas del susto, ya que no quieres involucrar tu paz. 

Si saltas con impulso, mereces caer al abismo por toda tu culpa.  Ojos a lo incierto, oído al no correspondido, mientras aquella solución de tu vida, permanece enganchada para tu propia vista.

Madera, hierro, piedra y hasta invisible puede ser aquella entrada a tu razón. Nunca un martillo, menos una pata de cabra, y jamás dinamita, derribará aquella neblina detrás del din don de bienvenida.