Anaranjada Sonrisa

Caminar,
sosteniendo el sueño que me dará vida.
Pensar,
en las reglas que se desvanecen con tu ida.

Voltear,
ver la felicidad misma,
y amar como yo no creía.

Tu sonrisa
de amable niñez,
complicidad pura.
Entiende quien soy.
Dame la cura
que veo en tus ojos.
Dame tu amor,
líbrame del enojo.

Haz que el anaranjado
de nuestros pasos
y tu dulce conversación,
que sollozó de ternura
y plasmó tus ojos
en los míos,
invadan mis días
y permanezca en tu vida.

Y el recuerdo que
brota de una verdad,
una idea e historia
han de hablar
que sin voz dirán
que no aceptamos amar.

Más en la otra realidad,
tu voz ha de extinguir mi oscuridad.
Seremos luz,
un destello azul.

Y habla de mi,
calmemos la curiosidad
del volcán cual tranquilidad
que envuelve y ata,
nos hace increíblemente
destructible
y se derrite
ante ese sonido que dejan tus labios
habidos
en tu sonrisa sumergidos.

Que van a mi,
extingue el derredor,
magnifica mi protección,
clama mi corazón.

En un mundo
de génesis el instante.
El viento, las palabras
y el agua la presencia.

Y fue así
cuando la mirada subí
y el otoño absorbí
con un verano a ti.
Envuelve lo negro de tu vestimenta
y el blanco de tu amor.
La ternura
cuando siento tu conciencia.

Y que más da
la vida son sueños,
momentos.
A veces uno,
a veces cientos.

A veces grises,
y solo a veces entendemos
la rudeza del mar
cuando moja lento.

Dime que te causa risa,
para mi es tu hablar
es como con uno estar.

Y esas almas van,
de lado a lado,
tu a mi costado
yo a tu lado.

Dime quien calla
cuando se puede hablar.
Y quien te ama
como yo solo lo puedo imaginar
en la dulzura de la realidad.

Yo reiré,
luego tú lo harás
y miraré mis pies,
tu cara,
por tu cuerpo bajaré.

Tú pelo amaré
como lo hice la primera vez
y caminaré
para nacer,
en tus ojos crecer
y tomarte en mi desvanecer.

Hasta que nuestra cómplice anaranjada
presente a la plateada
y la noche nos invada
al fin de la muerte,
al cielo
con la materia del amor inerte.

¡Qué peculiar!
cuando nada me empieza a importar
vuelves a rescatar la idea
que vida crea.
Es tu forma de amar.

Autor: Flavio Portillo Tinoco