Ella me conoce...

poema de Fernando B.

Ella me conoce…

Sus labios son dos frutas frescas.
Sensuales, retadores, provocadores.
Fue lo primero que miré detenido;
detallando el juego poderoso
de mirada intensa y boca seductora.

Ese juego malévolo que tienen los artistas:
Una mirada que te expresa: ¡Atrévete!
y unos labios que te dicen: ¡Ni lo pienses!
Tiene esa sonrisa que enloquece
y a la vez te lanza retos de grandeza.

Sus piernas son la perdición divina.
Perfectas, delirantes, hermosas…
Su camino hacia el Norte, alucinante.
Un día las vi en todo su esplendor,
entonces, ya no fui libre.
Me esclavizó su delicada tersura,
el contacto de una piel de Ninfa ribereña,
el calor de una pasión que estremecía.

Su cabello negro y su espalda de gacela,
eran cómplices del tesoro que esperaba más abajo…
Todo un reino de torneados hemisferios:
Firmes, turgentes, moldeados.
Sobresaliendo de su línea sin permiso a la cintura,
adornando las caderas.

En su arte y su lectura,
es donde está su poder ilimitado.
La osadía elemental de su palabra
y la crítica desbordada de su mente.

Mucha inteligencia en la opinión,
mucho atrevimiento en su pensar…
es tan hermosa,
en medio del desdén.
Es tan hermosa como los matices de sus lienzos;
es tan atractiva y llena de pasión,
como los trazos de su mágico pincel.

Su risa es un trueno en el desierto,
su andar lleno de gracia, coquetería
plena, en su máximo quehacer.
Pero su Espíritu… ¡Ah su Espíritu!
Es como un remolino que arranca piedras,
es como el último deseo del condenado.
Es inquebrantable, es bohemio,
está lleno de ternura,
¡Es de Dios!.

Y la amé como ninguno.
Y aún la amo en los atardeceres de Diciembre.
Y la siento mía con el niño en el pesebre;
y la siento dentro con el tambor de Navidad…
muy a pesar,
es la única
que me conoce
¡En todos los detalles!

-Fernando Bedoya Manchego
-Álbum: Recuerdos
Barranquilla, Octubre 20 de 2020