El camino

Aquí me encuentro a un costado del camino,
mirando en ambas direcciones,
voy a tomarme un descanso,
sentarme, cerrar los ojos,
dejar que el sol distraiga los recuerdos.

60 km atrás caminaba sin rumbo,
como solía decirme el destino.
50 km atrás, otro caminante distrajo mi atención,
parecía alcanzarme cada vez más,
hasta tenerlo a mi lado y poder admirarlo.

Quedé asombrado, él, a diferencia de mí,
no tenía su cuello atado a una roca de toneladas de años.
Simpático caminante, no puedo creer que hayas parado
por alguien que apenas podía dar un paso.

40 km atrás, cuando tomaste mi mano,
desafiamos las leyes de la gravedad,
y así como en la luna, tú, yo y mi roca comenzamos a flotar.
No sabía que se podía sentir tan liberador
no tener nada que lastrar.

30 km atrás, cometí el error de tocar mi cuello,
y ahí estaba, aún presente,
encadenado a la misma pesadilla.
Mi brazo se estiraba y nuestras velocidades,
dejaban de armonizar una vez más.

20 km atrás, no podía soportarlo,
mis piernas se derrumbaban y apenas podía tocar tus dedos.

10 km atrás, pasamos días y noches
golpeando mi asfixiante collar,
por un momento pensé que al fin sería libre,
que la sombra de mi piedra nos dejaría de atormentar.

0 km atrás, usé mi mano para acariciar por última vez
el rostro que tanto peso me había quitado.
A lo lejos veo cómo tu figura se va difuminando.
Decidí volver atrás y devolver los kilos extras.

Sueño bajo el sol con el momento en el que pueda correr,
adelantar pasos y volvernos a despegar del sendero,
esta vez sin un tercero.