EN LA DESPEDIDA

No hay nadie en la sala,
sirenas de ambulancia,
la casa como siempre alborotada,
sollozos a lo lejos
oigo a la distancia.

No poseo hambre ni sed,
es un día demasiado raro,
salgo a correr y...
todo esta nublado.

5pm, alguien ha muerto
en la cuadra, lo sé
en el centro de la pista
se encuentra una
carroza funeraria.

Me acerco, veo a familiares
que ya ni nos visitaban,
solo lloran sin control
sin que les importe nada.
Sigo confundido,
puros amigos con ropa negra,
hasta Adriana ha venido!
no me lo esperaba de ella.

Tengo miedo de que un cercano
haya fallecido, carajo!
Cuanta gente llora?!
Mi madre se arrodilla y
solo grita por qué
hacia el cielo.

Mis abuelos la levantan,
suplican que sea fuerte,
salen mis hermanos
también vestidos de negro
como la demás gente.

Pienso en papá, un dolor
infinito en el estomago,
mientras me retuerzo
lo veo llegar con mis tíos,
sus hermanos.

Amigos lagrimean mientras
pintan un féretro,
Adriana se acerca
y besa la luna del ataúd
¡Tengo que consolarla,
para eso estoy yo!

Me acerco, me voy
debilitando, las piernas
ya no me responden y
arrastrándome hasta ella voy.
Toco su mano, me mira
fijamente,digo que la amo
y solo atina a abrazar esta caja.

Me levanto como sea,
es mi ultimo esfuerzo,
el cuerpo ya no me da,
tengo que ver quien esta adentro.

Lo veo y me congelo,
soy yo con dos algodones
en la nariz, mas blanco
que de chibolo, mas serio
que de costumbre, mas solo
que de costumbre.