Noche instante

Vi más allá de mis ideas un corazón de rojo latir,
pensando en las hojas llevadas por el viento,
vi aún más allá,
debajo de todo ese cielo
dos ojos que cerrados
hacían la suerte de los miedos que el amor provoca,
y... Dentro de un rato,
los imaginaba abiertos por fin...

Estaban allí los domingos,
estaban allí sábados,
los lunes,
todo ese viernes entero lamiendo
las sobras de la semana sin hermanas...

Vi saludos,
vi el quehacer del tiempo en una flor,
vi las pesadillas,
luego vi el sueño hilvanado con hilos de plata,
vi las sumas,
las restas,
la humareda, el verbo, la canción...

Y más allá de ese sueño,
las raíces del árbol arrancando alaridos a la tierra,
y esa copa lastimando severamente ese pequeño trozo de cielo como piel...

Aún vi más:
vi el futuro enlazado en las vidrieras,
vi las golosinas enroscadas en el mañana,
vi el rojo de la tarde, vi las huellas,
vi de nuevo la maravilla del cuento
y su luz hacía dulce el camino...

La vi de pie, entre rosas,
entre verdes arbustos,
cercana a los astros,
inmediata a las imágenes,
sin prisiones, libre, en paz...

Entre brisas y fragancias
suavemente deposité en la atmósfera
un pequeño deseo,
viéndola, rogué por su sombra,
viéndola oprimí mis manos,
viéndola... Abrí los ojos realmente,
y en ese horizonte sentí que era en ella,
que yo era en su sombra,
que era en la gracia,
que era real,
y que respiraba paz...

Ella abrió los ojos...

No una vez más,
sino todas las veces que ya no eran más...