El tazón vacio
En una de las esquinas del mundo se hallaba una joven de tez canela, a la que le gustaban las flores que daba la primavera. Conservaba con ella un gran tazón del que bebía té, chocolate, café. Le gustaba por su forma y porque lo habia escogido de entre tantos otros.
Las ocasiones anteriores dejaba caer los recipientes preciados de su mansión pero no eran tan recordados por ser tan antiguos, se dió cuenta que era distraida pero que su modo de cuidar del tazón era reflejo de su arrebato por distinguir a la vida.
Aquella chica se ocultaba detrás de un cuarto que tenía un pasadizo cubierto de telas, era su lugar seguro cuando todos en casa gritaban. Se acostaba a mirar el cielo correr y deseaba con todas sus fuerzas crecer, pero con los años su escondite se derribó con las construcciones y el sueño de ser grande ya le parecía agotador pues llevaba consigo la enseñanza del gran tazón. Su contenido era importante porque le daba utilidad y cuando estaba vacio era porque se estaba secando con el resto de tazones, pero el suyo era más grande y colorido. Se dió cuenta que las cosas que escogía la hacían esencia y fue construyendose con los años.
Su deseo era que la acompañara otro tazón similar para que no se sintiera tan distinto, tal vez ya lo habia hallado pero aún no se secaban juntos.
Comentarios & Opiniones
Que bonita metáfora. Todos necesitamos esa otra pieza del juego de té. Un saludo y estrellas viajeras