Mediática danza de la muerte
Cuando verso y reverso se confunden,
en un perverso maniqueísmo alterado,
cuando una consciencia vil e inconsciente,
con una amoralidad vestida de fiesta,
confidente, atractiva y seductora
abraza solemnemente y cordial
disimuladas nobles causas,
cuando el titular de la noticia,
malévolo y pérfido reclamo,
vive ahora en los bastidores,
cuando un pathos superlativo
se disfraza de morbosa catarsis
y la lágrima fácil es audiencia garantizada
es entonces cuando debemos parar y pensar,
es cuando debemos despertar
de aquel sueño tranquilizador,
de cuando callábamos ante la pira ceremonial,
cuando la muerte es ahora más que un fin,
cuando ya no es más solo una horrenda postrimería
y se revela una muerte sin principios,
negociable y lucrativa,
que viste una máscara lúgubre y servil,
que se nos ofrece brutal, impiadosa
en descarnado tiempo real,
al mejor postor y en noble horario,
cuando no hay más salida,
existe una incorrecta disonancia al uso,
baile inhumano desafecto a lo correcto
que aún puede salvarnos de la pesadilla:
sentados festivos abracemos a la parca,
parsimoniosa danza macabra de salón,
banquete de sangre en familia,
renovada danza de la muerte
frente a una pantalla
que nos protege del miedo,
que nos acuna y nos adormece
en un desesperado letargo consolador.
Bailemos con la muerte celebrada,
mediática y vivaz,
bailemos en serena procesión
la muerte renacida.