EL MALIGNO (cuatro cuentos de gatos)

poema de Ambukkazoo

El Maligno

Se sospechaba que mi pequeña Hanagata era la responsable de las ollas violentadas y la comida hurtada en la cocina de la casa de mis padres, las pistas daban luces de una cierta habilidad felina. Opté por encerrarla cada vez que no estaba en casa, en una antigua jaula para aves que tenía guardada, la dejaba con suficiente agua y comida.

Al regresar la dejaba salir dentro de mi casa, en la segunda planta sobre la casa de mis padres, en esos tiempos regresé una temporada a vivir con ellos.

Un día regresando algo temprano, subí sin ruido las escaleras, me di con la sorpresa que había sido invadido por una manada de gatos grandes, entre ellos sobresalió uno de color amarillo sin rayas, que trataba de atacar a mi pequeña Hanagata dentro de la jaula, acurrucada con terror.

Lance un grito para asustarlos, logré que huyeran, aunque luego me enteré que este regresaba una y otra vez, a hacer destrozos y llevarse las cosas de la cocina de mis padres,

Con mis propios ojos pude observar una tarde que el gato amarillo sin rayas se paraba en la ventana del tragaluz y hacia ingresar a la manada a la cocina, y quedaba allí vigilando mientras estos hacían destrozos y medio.

Luego de pensarlo, se decidió ponerle fin a las fechorías de esos gatos salvajes empezando por el amarillo sin rayas. Coloqué una porción de pescado cargada de una pequeña dosis de veneno para roedores lo suficiente para neutralizarlos.

Luego de encerrar a mi pequeña Hanagata fui a trabajar y al regreso encontré las cosas desordenadas en el piso y junto a ellas el gato amarillo sin rayas desfalleciendo, pero aun con fuerzas para amenazarme y tratar de morderme y acercándome sus garras, en señal de ataque, haciendo recordar alguna escena trillada de una película de zombis.

Es triste verse irse así a un gato, aunque este sea uno maligno, salvaje y tal vez rabioso, pero al final de todo, murió y tocó sepultarlo bajo las raíces de un árbol en un parque cercano a casa, por donde era habitual pasar, y aunque maligno lo respeto más que antes y sin quererlo es un gato más, adoptado en mi memoria.