Atenuante paisaje

Serenidad constante en un sendero incipiente ante mis ojos,
se observan aberturas de montañas cercanas y paralelas
como si esperasen la entrada de alguien.
La curvatura del sendero,
las imperfecciones de la naturaleza presenciada iluminan la inspiración;
lo abismal y a la vez magnífico intimida a los ingenuos,
el aire recorre por el sendero panorámico,
el relieve de las montañas describen una determinada esencia,
altos y bajos que animan al verlo
en tales montañas, existen sectores verdosos que imitan al jubilo de la vida.
Observando cada detalle, se percata de lo celeste que está el cielo,
nubes que lentamente acompañan en el recorrido,
acompañan tan amablemente que atenua.
De repente… en el transcurso se observa que existen vacíos, huecos, se encuentra incompleta la cordillera dorada por la luz del sol;
denotan sentimientos que fueron arrebatados sin su consentimiento
como si nunca hubiese tenía miedo de mostrar aquellos.
Ahora permanecen en búsqueda constante hasta que se logre encontrar.
Golpea la tarde, se nota cómo el cielo se torna celeste en cierta parte y amarilla en otra;
la melancolía invade el reflejo del paisaje,
la mezcla de colores perennes que solo se presencian en la tarde determinan incluso con más hermosura el viaje;
el sendero iluminado por un sol que se va hundiendo en lo gigantesco de tales montañas,
los rayos de luz, apenas visibles por reflejar el contorno de aquellas,
inspiran un tesoro inigualable que siempre permaneció en las rutas.
Lo rústico de este ambiente atraviesa todo el proceso de análisis de mi perspectiva,
ambiente en el que llego a contemplar a lo lejos un paisaje escondido.
Entre lo más recóndito de las montañas
por el río, me desvío con jubilo y cuidado
hasta que llego por el bosque;
noto el resplandor del sol saliendo por el final del bosque,
agitado por lo corrido hasta allí descubro algo incluso más hermoso que la cordillera;
el resplandor nubla mi vista hasta que logro ver un caudal alrededor de un panorama inefable,
hasta que noto la presencia de alguien en el centro del paisaje y algo ocurrió...
Te vi sentada en un banco de girasoles y rosas
desbordando jubilos y melancolías ante un cauce rebosante y vivo de un paisaje natural.
Te vi meditando el presente tan animosa,
alrededor de ti se exaltaban los colores de un mágico brote,
brote puro que denotaba tu crecer actual,
presenciar estos hechos cada momento fugaz de la vida,
observarte ante un abismal cuadro animado y vivo,
la delicadeza de tus movimientos cautiva mis sentidos,
tu sonrisa ilumina hasta los lugares más ennegrecidos,
ilumina cada espacio del paisaje descrito;
la silueta de tu personalidad moldea cada detalle,
al costado de ti existe un árbol inmenso, parapléjico
que cuando lo acaricias enaltecen las raíces,
lo verdoso del césped que te rodea aumenta
incluso la sensación de tranquilidad;
el cielo ya casi atardecido complementa a la belleza de tu esencia,
el sonido del cauce chocante ante las rocas y
la refrescante brisa del viento integran la claridad de esta maravillosa vista;
las montañas gigantes no igualan lo intangible de tus virtudes y defectos,
el paisaje sonoro de las aves que se posan sobre tus hombros y falda te embellecen incluso más al verte.
Causa alegría la posibilidad de ver este panorama
como si fuese el mejor cuadro de un museo,
museo de artes de mi memoria.
La intriga que causa poder palparlo en un poema
invierte vehemencia al escribirlo.
Cada día aumentan los detalles de este paisaje
por lo que este poema solo pudo con pocos de los millones que existieron en este viaje.





