No late sin ti

La fibra no fibra que se enclaustra en la caverna
palpita dentro y fuera de ella, me hago tierra,
y el cuero que recubre, la carne que calienta,
las vísceras humeantes, los huesos en avance,
cada molécula con su pulsar constante.

Soy más bien una máquina, una herramienta
que divaga y naufraga, que se prende y apaga
en una danza, un romance, una mezcla,
que no es mía, mas soy participe
de la eterna alba.

Víctima y culpable ante la ausencia
del único latir que ha de salvarme
del aparente existencialismo inexorable,
salvarme de mí, de ti y de lo estable
del caminar, la medida de lo que no está,
el misterio de lo que vendrá,
el calvario de estar acá.

Me hago fuego y me extingo
en el vaivén de no tenerte,
de coronarme en los recuerdos
con la sangre que aun sangra,
con la herida parpadeando,
con los ojos perdidos
y el abismo mirando
dentro de mí...
sí, de mí.

El abismo me tiende una mano,
sus consejos le dan forma al barro
que estoy mirando frente al espejo,
sana cada herida de ese pellejo,
ponle norte al horizonte infinito
que no sé note que estás perdido,
que a pesar de todo no estas…
no estás del todo latiendo.

¡Voy, me salvo!
¡Me duermo y caigo en tu trayecto!
Salir de la caverna y no salir,
es una metáfora sin fin…
como tú aun aquí…
y el corazón sin latir,
todo lo demás se mueve
sin ti.