salvaje
poema de Atreyu
Que no daría
por tener tu cuerpo desbocado,
cabalgando melena al viento
hacia la profundidad de la noche.
Un río de gemidos carmesí
recorrerá tu piel y tus silencios.
Los dos entrelazados
rodaremos por las sábanas blancas
incendiando besos y pronombres.
Mi dulce niña seras mía por fin
conseguirás doblegar al caballo.
Jinetera salvaje,
tus ojos oscuros serán el arco,
mis ojos tristes, tus flechas.
No habrá paz, hasta que al fin te rindas,
y entierres el Acha de guerra.
Es entonces cuando podrás beber
de la fuente que emana
semen y luz al mismo tiempo.