García Márquez tras enviar la segunda mitad de su manuscrito de Cien Años de Soledad
poema de F.A.LaZarte
Si dejo mi camisa entreabierta,
el mordisco que dejaste
en mi esternón se hace visible.
Dado que, en los hechos, eres tú,
mi querida Mercedes, quien
nos protege y cuida de nosotros
dos, ahora que nuestros
anillos de matrimonio y el congelador
tuvieron que ser empeñados para invertir
en mi trabajo nuevamente, me gustaría
dejar la camisa así,
entreabierta,
con tu mordida impresa
como una insignia o emblema en el pecho,
como si fuera un soldado,
o un superhéroe. Aunque
no soy ninguno.





