A MI AMADA

Un Último Poema a Rosa Amada Villegas
que olvidó Medardo Ángel Silva.

Princesa serás tú, labriega de mis liras,
de los profundos cánticos que destronan tus labios
adoro lo que escucho y aun cegada me miras,
con celeste vos cantas a la lumbre de arrabios.

La reina de mil mares y las azules flores,
de los ojos románticos desbordante en tristeza
sobre tu frente, Amada, reposan los fervores,
como tal melancólico, que en la noche te reza.

Vienes tan danzarina, con sutil seda en mano,
si tocases la frente de este enfermo de amor
con tus dedos divinos, curaras a este insano,
que así leve despierta, al sentir tu calor.

En un cielo estrellado cambiaras el destino,
y alejados de un tiempo que no pasa jamás.
Este hombre en tus sueños buscará el camino,
que me lleve a tus brazos donde existas, ¡Quizás!

Que razón tengo yo, para amarle en demasía,
quizás es su sonrisa, con la cual me desvela;
o será su mirada, que me deja en agonía.
Podrá a la vez ser todo, lo que mi ser anhela.

El pensar infinito que elabora mi calma,
son tus ojos rosados y tus besos de pino;
la fragancia inefable que roció en mi alma,
el perfume disímil de los frutos del vino.

Lo inútil de mi vida es no haber intentado,
ser tu guardián, tu celo, el que guie tu paso
quien por tu pecho púrpura de un sueño inventado
pudiera encontrar paz en el oscuro ocaso.

Pasaste a media noche cual viuda encapuchada.
Despidiendo tropeles en búcaros de flores;
melífero dulzor de la muerte, Mi Amada,
creyendo falsamente, influir en mis temores.

Y es así durante años, cortaras lirios negros;
y tilos otoñales al son cañaveral
amargura sus pétalos colores verdinegros
me juntas deshojado un racimo letal.

Bajando la calleja que improvisan las plazas,
llegando al cementerio, la romanza del hierro
viendo el carmín, marchitas, mis flores reemplazas
en la tumba armoniosa, librame del encierro!

Gabriel Lincango Palacios