¿Final o principio?
Estaba sentado en la banca
de una plaza de Temuco,
mirando hacia dentro,
hacia su alma,
hacia los longevos besos
pintados en sus ojos,
besos con canas en la sien,
con arrugas en el recuerdo...
Estaba en un ayer eterno,
parte de un antiguo juramento
que empolvado se encontraba
junto a las catacumbas del olvido...
Contenido en un antiquísimo relicario
que guardaba un sentimiento,
(cual si fuera un amuleto,
para cruzar el Aqueronte
sin óbolos para Caronte),
sempiterno retazo
de la gloria pasada,
evanescente en apariencia,
perpetuo en esencia,
mientras la conciencia
lo pudiera mantener...
Pregonaban su nostalgia,
con ausente parsimonia,
pletóricas y categóricas voces
procedentes de un pasado
adherido a las heridas
sicatrizadas en la memoria...
Con máculas de sangre
supurando clemencia al tiempo
y su inexorable fuego
que todo lo vuelve ascuas...
De pronto, en el banquillo
se detienen los segundos...
y se escucha una voz gastada:
'La promesa se ha cumplido.
Ahora mi vida se acaba
sin someter al olvido
a la mujer que yo amaba'.
Hágase la voluntad
del Dios clemente
que viste de coraje
a aquel que la muerte
alejó, veinte años atrás,
de la mujer
que hacia germinar sus suspiros.
Ahora va a su encuentro
y quien lo vea en el banquillo
de la Plaza Anibal Pinto
no entenderá tal epifanía...
Pálido rostro
y cuello que no palpita,
ojos cerrados hasta nunca jamás,
con los brazos abrazando
a la soledad de su cuerpo,
como otros abrazaron
para dar compañía,
en pretéritos inviernos.
Adiós y que te vaya bien en el viaje...
Saludos a ella cuando la encuentres...
Las sirenas suenan...
'Ya se ha ido', dicen,
'Que Dios lo tenga en su santo reino'.
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Amigo Impreso, agradezco sinceramente sus palabras. Saludos desde el sur de mi país.